domingo, 20 de mayo de 2007

Delicias de domingo

Cualquiera mínimamente familiarizado con el peculiar modus vivendi de Marmote sabrá que los domingos ocupan un día muy especial en su semana, y esto por razones más que variopintas:

1) Los domingos no se duerme. No importa a qué hora se empiece a trabajar ni los buenos propósitos que se tengan. Los domingos no se duerme y se sabe de antemano. Y es que una de las regularidades más exactas de la naturaleza es que el cerebro de Marmote los domingos se declara en huelga hasta la noche; momento en el que revive parcialmente e intercala momentos de desatada lucidez con juramentos en parsi y cabezadas intermitentes. (Espectáculo gloriosamente bochornoso que nadie ha tenido ni tendrá la oportunidad de presenciar, porque me encierro convenientemente en mi zulo a blasfemar en paz).

2) Los domingos son el día de la Depresión Diurna Incapacitante (DDI) por excelencia,
siempre combinada con una acuciante angustia porque pasa el tiempo y hay que escribir un ensayo raspando. Sin embargo, cuanto más pesa el yugo de la obligación intelectual, mayores son las ansias de salir a la calle, entregarse a las más bajas pasiones o romper con todo para dedicarse a apacibles y gozosas tareas como la jardinería o el punto de cruz. Por supuesto, todo el cuadro de desquiciamiento patológico aquí descrito es consecuencia de la anticipación de las leyes naturales referidas en el punto 1.

3) Los domingos acontecen fenómenos paranormales de corte tocapelotas. Hete aquí una ilustración del día:
Después de antihigiénicas semana de sudor y empecinamiento, pateándose kilómetros de Castellana en unos grosísimos vaqueros modelo Recio (adquiridos en Suecia en el mes de diciembre, doy fe) pese a la nada despreciable temperatura de 27º a las ocho de la tarde, se hizo el milagro - Marmote se sobrepuso a su natural pereza para todo lo que al acicalamiento físico se refiere. Llegó la hora de prepararse para la nueva estación. Completado el acicalamiento necesario para poder sacar los pantalones cortos sin necesidad de romper con el mito de mi exquisita delicadeza y femineidad, se desata, como quien dice en ese preciso instante, la ira de los dioses en forma de tormenta huracanada, viento helador y pedradas al cristal que se parecen sospechosamente al granizo. Por supuesto con profusión de advertencias mediáticas sobre "bajada de las temperaturas". Mekagüenlaprimavera, que dice el sabio proverbio mongol.

Pues bien, dejando esta sarta de insensateces como solidísima muestra de que 1) mi blog, a diferencia de tantos, no se alimenta de brillantes ideas ni profundas reflexiones, sino de ocasionales sobredosis de café/azúcar/trabajo y/o mala baba ; 2) Con tal de eludir escribir lo que otros me obligan no me importa ponerme a escribir cualquier cosa; y 3) Cada vez estamos más cerca de la noche insomne, me despido...

...por ahora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desengáñate. Al igual que aquí yo mismo, jamás podrás tener un blog que no sea para mayor gloria de las propias verguenzas.

MARMOTE dijo...

Razón tienes. Lo que no deja de ser curioso es que tengamos tal cantidad de vergüenzas que glorificar (sé de uno que ha superado las 200 entradas)